Yo era una snob del arte

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6 min readAug 28, 2020

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DADA cambió mi manera de entender el arte

Por Judy Mam

Hernán Cacciatore. Welcome To My Pleasure Dome

Mi niñez estuvo rodeada de arte. Mi papá era un asesor informal para coleccionistas de arte mexicano. Cuando era pequeña, solíamos pasar muchos fines de semana en museos y galerías de arte o visitando casas de artistas o coleccionistas. En aquella época, yo pensaba que todo lo que no estaba incluido en esos lugares no era arte serio. Más tarde, tomé un curso de historia del arte y tuve la suerte de maravillarme en persona por Las Meninas y El Jardín de las Delicias Terrenales en El Prado, visitar el MoMa y agotarme de caminar por el Louvre. Quería robarme todos los Paul Klees del museo Metropolitan. Quería descolgar Jackson Pollocks y Edward Hoppers de las paredes de los museos.

Yo era una snob del arte.

Cuando me convertí en directora creativa de publicidad, comisioné arte comercial y contraté artistas comerciales. Así conocí a Beatriz, la creadora de DADA, a quién contrataba por su espectacular trabajo de ilustración. Demasiado a menudo, los clientes arruinaban con ajustes innecesario sel arte que encargabamos para ellos. Me sentía mal por la labor ingrata de artistas talentosas como Bea, que creaban obras hermosas con gracia bajo presión. La frase “margaritas a los cerdos” me venía frecuentemente a la mente.

Pero no fue hasta que vi el arte que florece en DADA cada día que comprendí que mi percepción del arte era muy limitada. Cuando vi lo que la gente de países diferentes puede hacer con una simple herramienta de dibujo en nuestro lienzo, pensé: si estos artistas desconocidos son tan talentosos, ¿cuántos artistas talentosos más existen en el mundo?

Millones.

Epifanía con fruta

Imagínense cuánta belleza, expresión, y color nos estamos perdiendo debido a la percepción de que el arte es exclusivo y está fuera del alcance de los simples mortales, ya sean artistas o coleccionistas. Cuando vi las conversaciones visuales que los artistas crean en DADA, me di cuenta de que me habían engañado.
Vivimos bajo la impresión de que el arte no es digno de consideración a menos que pertenezca al canon establecido (abrumadoramente occidental, masculino y blanco), o que alguien pague precios astronómicos por obras de arte que todos sabemos que son invaluables. El arte está encerrado en una torre de marfil de exclusividad y elitismo (y la ocasional especulación financiera, evasión fiscal, lavado de dinero, manipulación de precios, etc.).

El mundo del arte nos ha hecho creer que solo unos pocos genios pueden considerarse artistas que merecen la atención del mundo. Y debido a que este arte es tan escaso e inasequible, solo un número minúsculo de personas puede tener el privilegio de coleccionarlo.
Un día, en la parada del metro de MoMa, que está decorada con carteles con arte del museo, escuché a una pequeña turista, de unos 7 años, preguntarle a su mamá qué eran los carteles. La madre le dijo: "No son nada. Eso no es para nosotros". Quise salvar a esa pobre niña de las garras de su deleznable madre y explicarle que por el contrario, el arte en MoMa es para todos, ¡el arte nos representa a nosotros! Pero luego pensé, ¿quién tiene la culpa de su reacción? Quizás sea su propia ignorancia, pero también podría ser el precio de entrada de 25 dólares por persona. Podría ser que la señora encuentra el arte moderno incomprensible e intimidante. Las instituciones culturales y educativas no hacen lo suficiente para cambiar esta percepción. El arte, un instinto humano, es inaccesible e irrelevante para la gran mayoría de las personas. La gente le tiene miedo.
Creo que esto es criminal. Las fuerzas del mercado del arte nos han llevado a creer que el arte es escaso, inalcanzable, obscenamente caro e intimidante. Es por eso que el arte criptográfico atrae a muchos de nosotros. Se supone que está aquí para acabar con estos entramados innecesarios.

Sparrow y Serste. Alquimia

Eruditos del arte en exclusivas conferencias nos han dicho a los artistas y plataformas criptográficas que el arte criptográfico no es arte. Esto es porque no les pedimos y no estamos esperando su aprobación. El arte criptográfico no ha sido seleccionado por expertos, creadores de tendencias, o poderosos curadores. No es importante porque no es de nadie “famoso”, o porque se puede conseguir por 50 dólares o menos, o porque no se puede colgar en una pared.

Para ellos, somos la invasión de los bárbaros.

Para mí, la promesa del arte digital único, de los NFT (tokens no-fungibles) y de DADA, en particular, es liberar al arte de este esnobismo espantoso, brindar a millones de personas las herramientas para crear la mayor cantidad de arte posible y para que otros millones de personas puedan disfrutarlo, coleccionarlo, intercambiarlo y tener una relación directa e inmediata que antes no podían tener.

Monstruo Azul

Mis padres eran coleccionistas modestos de arte mexicano. Mi papá tenía un presupuesto muy pequeño pero muy buen gusto. Compró un Carlos Mérida cuando este pintor era desconocido, por algo así como 250 dólares, que pagó a plazos. Años más tarde esa pintura aumentó considerablemente su valor. Mi papá amaba el arte, pero creo que en el fondo sabía que esta colección podría valer algo algún día. Aun así, aunque mis padres pasaron por momentos económicos difíciles, nunca vendieron ninguna de las obras de arte que coleccionaron.
Yo misma estuve en una coyuntura financiera crítica (es decir, en quiebra) y mis hermanas consideraron si deberíamos vender la pequeña colección de arte que nos dejaron mis padres. El dinero ciertamente habría sido muy útil, pero vender el arte era impensable. De hecho, ni siquiera se me ocurrió. Esos cuadros son una fuente de historias entrañables, representan el legado espiritual de mis padres que me hace ser quien soy, y enmarcan recuerdos maravillosos de nuestra infancia. Para mí, han acumulado un valor más allá de su valor estético y económico. Quizás hubiera obtenido una suma apreciable con la venta; pero esta no se acerca lo suficiente al valor que tienen para mí, que es insondable.

Coleccionar arte es un esfuerzo creativo. Es curatorial. Cuenta una historia. Supongo que la mayoría de los coleccionistas coleccionamos por amor al arte: queremos darle un hogar, queremos cuidarlo, hacer conexiones significativas con otras obras de arte, apoyar a los artistas que admiramos y apreciar el arte en todos los sentidos.

Coleccionar arte con el propósito de ganar dinero puede ser divertido y rentable, pero no es muy diferente a apostar en un casino. Quienes coleccionan arte para lavar dinero o manipular el mercado no tienen nada que ver con el arte, así como el precio y el valor del arte no tienen ninguna relación.
En DADA estamos considerando el papel de los coleccionistas en la Economía Invisible. Queremos difuminar las distinciones entre coleccionistas y artistas. Queremos desalentar el coleccionismo especulativo porque la atención se centra en el precio y descuida al arte, e incluso al artista. Es por eso que queremos usar la subasta de Vickrey, que hace que la gente piense realmente en el precio que están dispuestos a pagar en lugar de la dinámica de escasez que aprovecha el miedo de la gente a perderse algo. Por eso hemos pensado en la custodia como alternativa a la posesión del arte. ¿Qué es un coleccionista sino el custodio de una obra de arte? ¿Acaso coleccionar implica necesariamente la posesión exclusiva de un objeto? ¿Cuáles son los privilegios y responsabilidades de coleccionar arte? Los coleccionistas tienden a pensar en sus derechos como propietarios. Tienen una visión de la propiedad que les otorga derechos ilimitados, incluyendo almacenar el arte, revenderlo, o destruirlo en el peor de los casos. Pero, ¿piensan en la responsabilidad que conlleva poseer arte? El arte es nuestra herencia y patrimonio cultural colectivo. Quizás los coleccionistas deban ganarse el derecho a cuidar este patrimonio en beneficio de todos.

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